Se entiende como lipofilling mamario el aumento de senos con grasa propia/remodelación de la mama con injerto graso. Y es otra de las técnicas empleadas en la actualidad para la remodelación mamaria, con gran auge en los últimos tiempos. Sin embargo, los resultados a largo plazo no son tan espectaculares como con implantes.
Consiste en la extracción y procesado en quirófano de tejido graso de otras zonas que presentan un excedente (caderas, piernas, abdomen), y su posterior infiltración en otra zona. Este procesado aísla las células grasas (adipocitos), que posteriormente han de “prender” como un injerto en la zona donde se infiltran, y ésto solo ocurrirá en aquellas células que se encuentren a una distancia razonable de un capilar o un vaso sanguíneo del que puedan recibir nutrición adecuada.
Tras años de práctica hemos observado que el volumen que suele permanecer a largo plazo tras un relleno graso (lipofilling de mamas), suele ser de un 30%-50% aproximadamente en función de los estudios consultados. Esto, sumado al hecho de que existe un límite de presión tisular a la implantación (existe un límite para infiltrar), hace que puedan ser necesarias varias sesiones (separadas por meses) para conseguir un efecto importante.
Entendemos este método como complementario al empleo de implantes, cuando se trata de aumento mamario: para añadir un volumen extra en determinadas zonas de la mama, o para corregir determinados defectos derivados de cicatrices previas.
Por sí sólo creemos que no constituye, salvo casos excepcionales, una verdadera alternativa al uso de implantes si queremos obtener resultados a largo plazo.